Relatos de Sabado- Platero y yo de Juan Ramón Jimenez - LAS TRES NEURONAS DE ANESCRIS BLOG

26 de julio de 2014

Relatos de Sabado- Platero y yo de Juan Ramón Jimenez


     Hoy os pongo en relatos de Sábado algunos capítulos de Platero y yo de Juan Ramón Jimenez, el porque para celebrar el centenario de los 100 años de la publicación del libro, yo tengo pendiente un reto leer durante el 2014 a Platero y yo, en cuanto pase agosto iré a la biblioteca y lo cogeré para leerlo. Esto se incluirá en los libros de grandes de la literatura que quiero leer, a parte del Quijote, y el año pasado a Jane Austen, tengo pendiente de leer y reseñar "Momo" de Michael Ende.
platero y yo  

 platero y yo centenario



I - PLATERO


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera,
que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los
espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos
de cristal negros.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su
hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y
gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿ Platero ?", y viene a mí con un
trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo
ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las
uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su
cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero
fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él,
los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del
campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.



JUEGOS DEL AMANECER 

Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos,
por la oscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco,
los niños pobres juegan a asustarse, fingiéndose mendigos. Uno
se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el
cojo...
Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan
unos zapatos y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo,
les han dado algo de comer, se creen unos príncipes.
- Mi padre tié un reló e plata.
- Y er mío, un cabayo.
- Y er mío, una ejcopeta.
Reloj que levantará a la madrugada, escopeta que no matará
el hombre, caballo que llevará a la miseria...
El corro, luego. Entre tanta negrura una niña forastera, que
habla de otro modo, la sobrina del Pájaro Verde, con voz débil,
hilo de cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual
una princesa:
Yo soy laaa viudiiitaa
del Condeee de Oree...
... ¡ Sí, sí ! ¡ Cantad, soñad, niños pobres ! Pronto, al
amanecer vuestra adolescencia, la primavera os asustará, como
un mendigo, enmascarada de invierno.
- Vamos Platero...



EL ECLIPSE

Nos metimos las manos en los bolsillos, sin querer, y la
frente sintió el fino aleteo de la sombra fresca, igual que cuando se
entra en un pinar espeso. Las gallinas se fueron recogiendo en su
escalera amparada, una a una. Alrededor, el campo enlutó su
verde, cual si el velo morado del altar mayor lo cobijase. Se vio,
blanco, el mar lejano, y algunas estrellas lucieron, pálidas. ¡ Cómo
iban trocando blancura las azoteas ! Los que estábamos en ellas
nos gritábamos cosas de ingenio mejor o peor, pequeños y
oscuros en aquel silencio reducido del eclipse.
Mirábamos el sol con todo: con los gemelos de teatro, con el
anteojo de larga vista, con una botella, con un cristal ahumado; y
desde todas partes: desde el mirador, desde la escalera del corral,
desde la ventana del granero, desde la cancela del patio, por sus
cristales granas y azules...
Al ocultarse el sol que, un momento antes, todo lo hacía dos,
tres, cien veces más grande y mejor con sus complicaciones de
luz y oro, todo, sin la transición larga del crepúsculo, lo dejaba solo
y pobre, como si hubiera cambiado onzas primero y luego plata
por cobre. Era el pueblo como un perro chico, mohoso y ya sin
cambio. ¡ Qué tristes y qué pequeñas las calles, las plazas, las
torre, los caminos de los montes !
Platero parecía, allá en el corral, un burro menos verdadero,
diferente y recortado; otro burro...


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