Gustavo Adolfo Becquer en Relatos de Sábado - LAS TRES NEURONAS DE ANESCRIS BLOG

7 de noviembre de 2015

Gustavo Adolfo Becquer en Relatos de Sábado


Hoy volvemos a por los Relatos de Sábado y espero que la semana que viene seguir con otro tipo de relatos, esta semana os pongo algo de un autor el uno de los poetas que más me gusta, sus rimas son geniales y soy una entusiasta de él. Así que hay va, ¿Que os gustan los poemas, o nos os va nada?¿Quereís que os ponga alguna vez más?

RIMA I 

Yo sé un himno gigante y extraño
 que anuncia en la noche del alma una aurora,
 y estas páginas son de este himno cadencias
 que el aire dilata en la sombras. 

Yo quisiera escribirlo, del hombre
 domando el rebelde, mezquino idioma, 
con palabras que fuesen a un tiempo 
suspiros y risas, colores y notas.

 Pero en vano es luchar; que no hay cifra 
capaz de encerrarlo, y apenas, ¡oh hermosa! 
pudiera al oído, contártelo a solas.





RIMA IX 

Los invisibles átomos del aire 
en derredor palpitan y se inflaman 
el cielo se deshace en rayos de oro
 la tierra se estremece alborozada 
Oigo flotando en olas de armonía
 rumor de besos y batir de alas, 
mis párpados se cierran...¿ Qué sucede? 
¿Dime?... ¡Silencio!... ¿Es el amor que pasa?



RIMA XII 
Porque son niña, 
tus ojos verdes como el mar, te quejas; 
verdes los tienen las náyades, 
verdes los tuvo Minerva,
 y verdes son las pupilas
 de las huris del profeta. 

El verde es gala y ornato 
del bosque en la primavera;
 entre sus siete colores 
brillante el Iris lo ostenta. 

Las esmeraldas son verdes, 
verde el color del que espera, 
y las ondas del océano, 
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
 rosa de escarcha cubierta
 en que el carmín de los pétalos 
se ve a través de las perlas 

Y, sin embargo, sé que te quejas, 
porque tus ojos crees que la afean:
 pues no lo creas; 
que parecen 
 tus pupilas, húmedas, verdes e inquietas, 
tempranas hojas de almendro, 
que al soplo del aire tiemblan.

 Es tu boca de rubíes
 purpúrea granada abierta, 
que en el estío convida 
a apagar la sed en ella. 

Y, sin embargo, sé que te quejas,
 porque tus ojos crees que la afean
: pues, no lo creas que parecen,
 si enojada tus pupilas centellean,
 las olas del mar que rompen 
en las cantábricas peñas.

 Es tu frente que corona 
crespo el oro en ancha trenza, 
nevada cumbre en que el día
 su postrera luz refleja.

 Y, sin embargo, sé que te quejas, 
porque tus ojos crees que la afean: 
pues, no lo creas.

Que, entre las rubias pestañas,
 junto a las sienes, semejan
 broches de esmeralda y oro,
 que un blanco armiño sujetan.




imágenes cogidas de: 


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