D.E.P. Laura Peñafiel Manzanares - 24 febrero 1984 al 15 de marzo 2016. - LAS TRES NEURONAS DE ANESCRIS BLOG

16 de marzo de 2016

D.E.P. Laura Peñafiel Manzanares - 24 febrero 1984 al 15 de marzo 2016.

Hola, hoy me levante con una noticia triste Laura Peñafiel Manzanares, ha fallecido a la edad de 32 años en la Unión (Murcia), era blogger y escritora, y como sabeis algunos de los seguidores de aquí ha participado alguna vez en algunas de la secciones. voy a echar la vista atrás y os voy a poner algunos de los enlaces donde aparece mi querida Laura.



La primera vez que apareció Laura en mi blog fue porque hice una reseña en mi blog, cuando hacia la sección Libros Blog Anescris.  El 14 diciembre 2013, hace 3 años, salió con un relato que se titulaba "No te enamores de un hombre lobo", como no enamorarse de Roberta y Nicholas, cuando tenían un amor tan duro y sacrificado por ser el como era. Podéis leer su relato aquí. Cuando cree la revista una de las ideas es que aparecieran relatos y uno con los que empezamos fue el de ella le dio una alegría, fue en la revista nº  2, 3, 4, 5 podéis verlo aquí.

¡De acuerdo! ¡De acuerdo! ¡Estoy muy contenta! ¡Gracias, mil gracias! ¡Sí, sí! Lo podéis publicar en la revista. ¡Qué alegría! ¡Gracias otra vez!- Laura Peñafiel. 

El 29 de febrero de 2014 vuelvo a saber de ella, ya que sale sus blogs en la sección Libros Blog Anescris, en la siguiente entrada. aquí

La verdad que tenia muchas historias, y a mi me encantaba como escribia, era un diamante que se estaba puliendo pero que gustaba.

El 1 de febrero de 2014 volvió con otro relato al blog este  aquí.

Pero no solo escribía relato una vez publico y le hizo la portada a mi querida Citu. Tuve la suerte de leer su libro y le hice una reseña El corazón de Carolina



La verdad que tengo que decir que tengo el orgullo de que hemos participado juntas en 4 libros , ya que reto que hacia blog acompañame ella participaba. Si le dais a la imagen de abajo os llevaran a los enlaces de los libros y podréis leer algo de ella.


Y como leí su libro y reseñé le hice mi Cuestionario Anescris, a parte que tuve el privilegio de ser la primera que puso cara a Laura ya que le obligue a mandarme una foto, jejeje, tenia muchos complejos pero yo le decia que no que era bella, y no solo por fuera si no por dentro. Ahora conoceréis un poco más a traves de Este Cuestionario Anescris


y para acabar os voy a poner un relato que me mando, en enero y que por unas cuestiones no lo había puesto aunque no olvidado, espero que os guste, 

Mi Amiga

-Don Lucas va a venir aquí-anunció Victoria canturreando. 
-¿Qué don Lucas va a venir?-quiso saber su hermana menor, Celia.
-Ha debido de entrar en razón. 
-Tío Tomás quiso retarle a un duelo-le recordó su prima Emma. 
Victoria entró canturreando en el salón. Doña Prudencia, la madre de Celia, la fulminó con la mirada. 
Benjamín era el hermano de Victoria y de Celia. 
Primero, había nacido Victoria. Luego, había nacido Benjamín. Y, finalmente, había nacido Celia. 
Corría el año 1801. 
La familia estaba sumida en un verdadero hervidero de problemas. 
Benjamín quería casarse con su prima Emma. Los dos estaban enamorados. Habían solicitado una dispensa al Papa. Deseaban casarse.
Y la dispensa había sido concedida. Los padres de ambos poco podían hacer al respecto. Tan sólo les quedaba guardarse su opinión. Y, para ser sinceros, no estaban nada contentos con aquella boda. Pero tampoco estaban contentos con el comportamiento de Victoria. 
Por primera vez en mucho tiempo, un joven se había fijado en ella.
Celia guardó silencio. No quería estropearle la ilusión a su prima. Pero sólo conocía a un don Lucas.
Buscó con la mirada a Emma. Sabían a quién se estaba refiriendo Victoria. 
En opinión de ambas, la joven parecía haber perdido por completo la cabeza. Don Lucas había sido el hombre que había arruinado su reputación. ¿De verdad estaba enamorada de él? 
-¿Cuándo va a venir?-inquirió don Tomás, el marido de doña Prudencia y padre de Celia.
Victoria giraba sobre sí misma. Sujetaba un papel entre sus manos con expresión maravillada.
-Viene a verme dentro de unos días-contestó feliz-¡Se va a quedar aquí una temporada! Y no te preocupes, tío Tomás.
Don Lucas era un caballero.
No se parecía en nada a los libertinos que habían rondado a Victoria en su primera temporada en sociedad. 
Por aquella razón, si se quedaba una temporada en la isla no pasaba nada. 
Aquel joven era un literato. Igual que su tío…
Celia estaba pensando en Luis. Otra vez…Últimamente, lo único que hacía era pensar en él. Y eso no era bueno. Eran vecinos. Eran amigos desde que a ambos les alcanzaba la memoria. No entendía el porqué debían de cambiar las cosas entre ellos. 
Celia no había querido regresar a Buenos Aires. Decía que había sido una locura haber viajado a aquella ciudad con tan sólo quince años. En aquellos momentos, acababa de cumplir dieciséis años. No quería volver a aquella ciudad. 
Pero Victoria había regresado a Buenos Aires. 
Viajó acompañada por su doncella. La joven que regresó a la isla era distinta a la joven que se había ido. 
En algún momento, se había encontrado con don Lucas. Los dos habían hablado largo y tendido. 
Poco a poco, el hombre había empezado a sentirse interesado en ella. ¿Acaso se sentía culpable por haber arruinado su reputación? Victoria se sintió halagada. Le gustaba ser cortejada. Y disfrutó de las atenciones que le dispensó don Lucas. 
-Háblame de ese joven-le pidió don Tomás-¿Es de buena familia?
-Yo creo que podría ser perfecto para mí-contestó Victoria-Y te equivocas cuando le llamas joven. 
-¿Es viejo?-se burló la madre de Victoria. 
La joven ahogó un suspiro. 
-De acuerdo…-suspiró de manera más visible-Tiene treinta y cinco años. No es ningún jovenzuelo. Y eso me gusta. No soporto a los jovencitos. Es uno de los hombres más ricos de todo el país. Su estancia posee las tierras más extensas de toda la Argentina. Sus negocios marchan bien. Es imposible de contar la plata que tiene. 
-¿Y cuál es su renta?-se interesó doña Prudencia.
-¡Por el amor de Dios, tía!-contestó Victoria, echándose a reír-¡Hay cosas que no se pueden preguntar! Pero sé que es rico.
-El dinero no lo es todo en esta vida, tía-intervino Celia-Tenemos que pensar en la felicidad de Victoria.
-Además, ya ha mencionado que es muy rico-aseveró Benjamín. 
-Me encantaría tenerle como yerno-afirmó el padre del joven-Creo que Victoria ha tenido suerte. 
Celia había vivido toda su vida a la sombra de su hermana mayor, de Victoria. 
En los últimos tiempos, Celia había florecido. Victoria tenía que reconocer que había dejado de ser su adorable hermanita. 
No era tan intelectual como lo era Emma. 
Celia poseía una belleza angelical. En ocasiones, podía parecer que era muy inocente. 
Victoria se sentía identificada con su hermana menor. Había sido una vez así. Como lo era ella. 
Bella…Frágil…
Después, se había vuelto un tanto cínica. No quería seguir siendo así. 
Celia recordó el viaje que había hecho a Buenos Aires. Le ocurrió lo mismo que le ocurrió a Emma. Estaba fascinada. 
En aquellos momentos, la vida de Celia era una sucesión de almuerzos a los que asistía la flor y nata de la alta sociedad argentina. Su hermana menor Victoria la llevaba a pasear en faetón por Calles de Buenos Aires. Celia asistió a numerosas veladas literarias. Le gustaba hablar de libros. 
También asistió a multitudinarias cenas. 
De la mano de Victoria, Celia empezó a asistir a los salones de té de la ciudad. Y empezó a asistir también a bailes. 
Era un mundo desconocido para ella. Durante unos instantes, Celia pareció olvidarse de Zuraita. Pareció olvidarse de la isla en la que había crecido. Pareció olvidarse del mundo que había conocido. Pero eso no fue lo peor. También pareció olvidarse de Luis. 
Eso destrozó al joven durante el tiempo que Celia estuvo fuera de Zuraita. 
Los bailes fueron lo que más deslumbró a Celia. Victoria parecía disfrutar de su papel como patrocinadora de su hermana menor. Le indicaba quién era quién. 
Celia se sentía bastante torpe a la hora de alternar con aquella gente. Se sentía incómoda en los bailes. 
Y estaban aquellos caballeros que la saludaban besando sus manos. 
Pero no había podido dejar de pensar en Luis. 
Luis, que se había despedido de ella dándole un beso en la mejilla. 
Luis, que la había recibido besándola con entusiasmo en los labios. 
Después de eso, parecía evitarla. Celia estaba muy confundida. No entendía lo que había ocurrido entre Luis y ella. 
Tampoco entendía el porqué su mejor amigo la evitaba. ¿Acaso estaba furioso con ella? ¿Qué había provocado su enfado? No sabía cómo ir a buscarle. Qué decirle. Había algo en su interior que la detenía. 
Luis estaba muy asustado. Celia era su mejor amiga desde que le alcanzaba la memoria. 
Habían jugado juntos al escondite. Habían correteado por la isla. 
Nunca antes había existido secretos entre ellos. Hasta que Celia se marchó a Buenos Aires. 
De pronto, todo había cambiado entre ellos. Celia podía volver convertida en la esposa de algún hombre importante. Y Luis creía volverse loco de dolor al imaginar a Celia casada. Casada con otro hombre…Con alguien que no era él. 
Y eso era algo ridículo. 
Celia no era nada suyo. Tan sólo era su mejor amiga. ¿Era su mejor amiga? Tenía una risa contagiosa. 
La había visto paseando con su hermana mayor y con su prima. El rostro de Celia era la viva imagen de la alegría. 
Sus ojos brillaban como la estrella más hermosa. ¡Así era ella! 
Deseó morir cuando apareció aquel hombre en la isla. Don Lucas era todo lo que Luis no era. 
-¡Don Lucas!-oyó a gritar a Victoria cuando acudió con su familia a recibirle en el embarcadero. 
El hombre besó a Victoria en la frente. Besó a Emma en una mano. Y besó a Celia también en la mano. 
Había oído que aquel hombre quería cortejar a Victoria. Sin embargo, era salvajemente apuesto. La clase de hombre que había tenido muchas amantes. No estaba enamorado de Victoria. Ella lo sabía bien. 
Pero necesitaba sentar la cabeza. Y, de pronto, se había acordado de ella. 
Victoria sí sentía por don Lucas algo parecido al amor. 
Era la clase de hombre con el que quería casarse. Don Lucas le había jurado que le sería fiel. Victoria deseaba creer en aquel juramento. 
Don Lucas pensaba que saldría beneficiado con aquella unión. 
Victoria poseía una larga melena de color castaño muy claro. Sus rasgos eran armoniosos. 
Cuando miraba de cerca a su prima Emma, Victoria entendía lo que había atraído de ella a Benjamín. Nunca había sido su prima. Siempre habían sido mucho más. 
Poseía una sonrisa dulce. Su voz era delicada. Su rostro era de rasgos delicados. Poseía una larga melena de color negro como el azabache. Y sus ojos eran de color castaño. 
Victoria ignoraba los sentimientos que una jovencita como Celia podía despertar en Luis. 
De pronto, Celia había dejado de ser para él su mejor amiga. Era algo distinto. 
Era una joven dotada de una increíble belleza. Todas las noches, al quedarse dormido, soñaba con sus ojos de color azul cielo y con su larga melena de color rubio dorado. 
Celia sabía que Emma se encontraba con Benjamín todas las noches en su habitación. 
Oía el sonido de los besos que se daban. Benjamín chupaba la carne de Emma. Mordía con suavidad. Lamía cada centímetro de la piel de la joven. La acariciaba. La estrechaba entre sus brazos. No se cansaba de besar su cuello. De besar sus pezones. De tocarla. 
Emma no le contó nada a Victoria en un primer momento. Sabía que se pondría furiosa con ella. 
Al día siguiente de su primera noche de amor, Emma y Benjamín se encontraron con Victoria y con Celia. 
Fue una situación muy tensa. Emma no podía quitarse de la cabeza lo ocurrido entre Benjamín y ella. 
Evocaba los besos que se habían dado la noche antes. La manera en la que Benjamín había lamido con suma lentitud todo su cuerpo. 
¿Podía adivinarlo Victoria? 
Por la tarde, Celia dio un concierto casero de arpa. Se percató de que había algo raro entre Benjamín y Emma. Victoria no pareció darse cuenta de la manera que tenían su hermano y su prima de mirarse. 
Cuando se quedaba a solas con sus primas en el salón, Emma no sabía cómo abordar aquel tema. Benjamín no dejaba de ser el hermano de Victoria y de Celia. A lo mejor, Celia lo entendía. Pero Victoria no lo entendería. 
Se lo contó una tarde, mientras daban un paseo. 
Tuvo razón. Celia lo entendió. 
-¿Os habéis vuelto locos?-se indignó Victoria. 
-Benjamín y yo nos amamos y queremos casarnos-contestó Emma con calma. 
-Jamás se os concederá la dispensa papal. ¡Espero que no hayas cometido ninguna locura, prima! 
-Yo creo que es muy lindo-intervino Celia-Se aman y quieren estar siempre juntos. ¿Por qué no pueden hacerlo? 
-¡Son primos! ¡No pueden estar juntos! 
Una tarde, una criada entró en el salón mientras daba un concierto casero de arpa para entretener a su familia. 
-Niña, el señorito Luis quiere verla-le informó. 
-¡Ya era hora!-exclamó Celia, dejando de tocar el arpa. 
-La está esperando ahora mismito. 
-Voy para allá. 
Los padres y los tíos de Celia la dejaron ir. Iba a encontrarse con Luis. 
Era alguien de gran confianza para ellos. Lo cierto era que le habían echado de menos en aquel último año. No entendían el porqué Celia y él se habían distanciado tanto. Celia tampoco lo entendió mientras se dirigía a su encuentro. Así era. 
Luis la estaba esperando. 
-¿Por qué no querías verme?-le preguntó Celia nada más llegar a su altura. 
Luis empezó a hablar. Las palabras brotaron sin control de su garganta. Necesitaba confesarle la verdad a Celia. 
Hablarle de los sentimientos que ella había despertado en él. Necesitaba sacar fuera todo lo que llevaba guardado en su interior. 
Cogió las manos de la joven y se las besó. 
Ella se le quedó mirando asustada. De pronto, empezó a entenderlo todo.
-Estás enamorado de mí-afirmó. 
-Estoy enamorado de vos-se sinceró Luis-Por eso…
Celia pensó que se iba a desmayar. 
-¡No sigas!-le pidió. 
-¿Es que no estás enamorada de mí?-le preguntó Luis. 
Ella no supo qué responder. Sentía cómo la sangre se agolpaba en sus mejillas. Llevaba mucho tiempo imaginando con escuchar aquella declaración de amor. 
-Yo…-balbuceó Celia. 
Estaba confundida. 
-Necesito tiempo-logró añadir. 
Necesitaba aclarar sus ideas. 
Luis la besó con suavidad en los labios. 
Iba a darle todo el tiempo del mundo. No quería presionar a Celia. No quería perderla. Tan sólo quería estar siempre a su lado. Ganarse su amor. 
Retomaron su amistad. Luis volvió a ir a casa de Celia a visitarla. Los dos optaron por no contarles a los padres de la joven lo que había ocurrido entre ellos. Tan sólo Victoria y Emma sospecharon que algo raro estaba pasando. Celia no sabía cómo abordar aquel asunto con ellas. Emma era la amante de su hermano Benjamín. Y Victoria iba a casarse con un hombre que no la amaba. 
-¿Qué está ocurriendo entre Luis y tú?-le preguntó Emma una tarde. 
Se encontraban a solas en el salón. 
-No lo sé-respondió Celia con sinceridad. 
Emma había vivido una situación similar. Podía entender lo que estaba pasando por la mente de su prima. 
En su opinión, Celia debía de seguir los dictados de su corazón. Si amaba a Luis, debía de darse a sí misma la oportunidad de ser feliz con él. Como ella era feliz con Benjamín. 
Una noche, aceptó encontrarse a solas con él fuera de casa. 
Fue una locura. Aquella noche, ninguno de los dos se reprimió. 
No era el momento. Había llegado la hora de dejarse llevar por lo que sentían. 
-Yo también te amo-le confesó Celia a Luis. 
-Amor mío…-susurró el joven con la voz ronca. 
-Y tengo miedo. 
-No debes de tener miedo. Nada malo puede pasarnos mientras estemos juntos. o
Esa misma noche, se olvidaron de todo. Se entregaron el uno al otro. Los dos eran inexpertos. 
Yacieron sobre la hierba. Bajo el cielo estrellado…Era una noche hermosa. Hecha para amarse. 
Celia se dejó llevar por todos los besos que Luis le dio en los labios. Celia no quería parecer fría y se puso encima de Luis para llenar de besos su torso. 
Se abrazó a él cuando la hizo suya por primera vez sintiendo que se fundían en un solo ser. 
A partir de esa noche, se encontraron en muchas ocasiones en el mismo lugar. Todas las noches…
Luis acariciaba con suavidad y con sus manos el cabello de Celia. La acariciaba con los dedos dibujando con ellos las líneas de su cuerpo. 
Ella, a su vez, también acariciaba la piel del joven con las manos y deseaba grabarla a fuego en su memoria. 
Los dos se besaban con verdadera pasión en la boca. 
Luis creía enloquecer cuando besaba el cuello esbelto de Celia. La lengua del joven recorría sin descanso los senos de la mujer que amaba más que a su propia vida. Sus labios recorrían el vientre. Llegando a besar hasta los temblorosos muslos de Celia. 
Era amor. Los dos lo sabían. Se trataba de verdadero amor.


Escrito por Laura Peñafiel- 24 febrero 1984 a 15 marzo de 2016
D.E.P.

Gracias estes donde este mi querida Laura, siempre estarás en nuestros corazones tus escritos, los que te conocimos tenemos el orgullo de haberlo echo, aunque te echaremos de menos, hemos perdido un diamante bruto y no sabemos a donde hubieras llegado pero se que hasta el infinito. Este post lo he echo para que no se pierda nada sobre esta escritora, que si alguien busque algo de ella , lo hará, ya que sus palabras como las mias quedaran eternamente por si alguien quiere saber un poquito más sobre esta pequeña pero gran escritora. Nos volveremos a ver Laura algún día.


Mientras más pienso en ello más me convenzo de que tuve mucha suerte de encontrarte en mi camino. Al menos, mientras duró nuestra amistad, fui muy feliz y todo te lo debo a ti. Gracias por regalarme lo más bonito de esta vida: la amistad. Ahora que eres eterna, te pido que me sigas iluminando para no perderme y tal vez algún día con mucha suerte, pueda volver a verte.anonimo


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